Cartarescu afirma que “vivir en Rumanía es como nadar en una piscina de ácido sulfúrico”. (La Información, 27 febrero 2013)
"Unas diez veces al año, el poeta y novelista rumano Mircea Cartarescu se enfada con la realidad que lo rodea y promete irse de Rumanía, pero, por muy lejos que se fuera, siempre llevaría a su país consigo. En él se hizo escritor y aprendió a amar la literatura, que es "una inmortalidad frustrada".