Residente privilegiada (Editorial Renacimiento) Me sé cosicas, 18/05/2022

María Casares escribió estas memorias después de pisar suelo español en 1976 tras cuarenta años de exilio. Y lo hizo, como casi siempre ocurre, para rumiar su propio pasado después de una vida de vértigo. A pesar de que el recuento del pasado es cronológico, las memorias no son prolijas en referentes externos, sino que se detienen en la reflexión profunda y penetrante, a veces desordenada, de la propia biografía. Reflexiones profundas rumiadas por una mujer que leyó, memorizó, interiorizó y representó las mejores obras del teatro clásico de todos los tiempos, incluido el contemporáneo. Algunas fases biográficas son crípticas y como veladas porque la autora prescinde de los contextos y da por hecho que el lector está al tanto de algunas circunstancias. No evita, sin embargo, algunos pasajes comprometidos de su vida como la agresividad de alguna de sus parejas, su complejo de patito feo, la afición al alcohol que la atenazó en fases de euforia, la relación insatisfactoria con alguna mujer y la superación de una timidez casi patológica a través del teatro.

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