Desaparición en la Roca del Diablo en La Marina Plaza – 9/11/18

Tras el estupendo sabor de boca que me dejó Paul Tremblay con “Una cabeza llena de fantasmas” (Nocturna), decidí adentrarme en “Desaparición en la Roca del Diablo” (Nocturna) no sin cierto temor, porque las expectativas eran muchas, y el autor había dejado el listón muy alto con su anterior trabajo. Por suerte, mis impresiones tras pasar la última página no podían ser más entusiastas (a pesar del escalofrío que recorría mi cuerpo).

Al igual que en “Una cabeza llena de fantasmas”, el autor se vale del componente “fantástico” para orquestar una historia poliédrica (con diferentes puntos de vista, con diferentes verdades) con la que estudiar la figura de la familia, su composición y su desestructuración, pero también ahonda en conceptos recurrentes en él como lo son el mal como elemento que revolotea a nuestro alrededor y que no requiere de una justificación para actuar, la culpabilidad, la percepción de las cosas, lo perdidos que estamos en nuestra adolescencia, los secretos que escondemos a quienes nos rodean (por mucho que los queramos), la figura del Doppelgänger, o cómo funcionan los medios de comunicación a la hora de informar sobre algo que consideran jugoso para sus espectadores.

Como padre que soy, uno de mis mayores temores es que a alguna de mis dos hijas les suceda algo o que alguien se los lleve; tal vez por eso he empatizado tanto con Elizabeth, la madre de Tommy, el niño protagonista sobre el que gira toda la historia, y es que Tremblay sabe transmitir con su prosa toda esa angustia existencial que debe embargar a una persona cuando uno de sus hijos ha desaparecido, cuando las horas pasan y la verdad que uno no quería asumir (que no va a volver) se convierte en algo inamovible y desgarrador de lo que difícilmente uno podrá liberarse en lo que le quede de vida.

Estamos, y eso debe de saberlo el lector que se acerque a este libro, ante thriller policial si me apuran) con elementos sobrenaturales (como en “Una cabeza llena de fantasmas”), no ante una obra de terror al uso, lo cual es para mí todo un acierto. Así pues, “Desaparición en la Roca del Diablo” debería ser entendido como un drama con elementos propios del terror; no en vano, el autor juega con esa frontera entre lo real y lo sobrenatural, lo posible y lo imposible, manipulando la percepción del lector, que se verá obligado a sacar sus propias conclusiones (consiguiendo una novela diferente para cada tipo de lector) porque, como en la vida, no suele haber una respuesta clara para lo que nos sucede cada día.

Que Paul Tremblay es uno de los mejores autores de literatura de género (thriller sobrenatural) del momento, no admite discusión alguna. Es así, y así debe ser asimilado, como una verdad absoluta. Y esta “Desaparición en la Roca del Diablo”, así lo corrobora.

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