William Gerhardie. Y nadie escuchaba. Detour, 24 de noviembre de 2014
POLIGLOTAS,LOS
GERHARDIE,WILLIAM
Editorial IMPEDIMENTA
Coleccion: IMPEDIMENTA
ISBN 978-84-15979-34-0
EAN 978841597934
Feliz viaje. Huānyíng. Welcome aboard. Schastlivoy poezdki. Las pisadas de cientos de pasajeros comban la plancha de acceso al barco. El madrugador, el impaciente o el miembro de la tripulación observa a las matronas con sus sombrillas enredándose
Feliz viaje. Huānyíng. Welcome aboard. Schastlivoy poezdki. Las pisadas de cientos de pasajeros comban la plancha de acceso al barco. El madrugador, el impaciente o el miembro de la tripulación observa a las matronas con sus sombrillas enredándose en las faldas anchas, las botas de caña alta de los generales, los niños que avanzan y retroceden por la pasarela, como si sospecharan que hay algo incierto en el mar y que es más segura la tierra. ¿Cuántas veces hemos empezado una historia así, salvando una pequeña cuesta de madera, resoplando ante una presentación tan común y lanzando miradas de tedio alrededor, a los otros compañeros de un futuro destino que, de pronto, parece vacío de sorpresas? Enséñeme su pasaporte, se escucha; el gesto altanero que tiende el documento podría revelar la imagen de Amory Blane o Christopher Tietjens. Pero no, zut alors!, segodnha uzhasny den, la tez muy pálida es la de un Rupert Brook que se cree menos cansado, que ya sólo siente un entumecimiento en las cicatrices obtenidas en países ajenos. Y ahí van a parar los souvenirs de tierras de paso, al fondo de los estantes, hasta olvidar las travesías y recordar únicamente el principio y el final: qué terror antes de embarcar, qué rápido eché de menos algo para volver atrás, between the Devil and the deep blue sea.
Feliz viaje. Huānyíng. Welcome aboard. Schastlivoy poezdki. Las pisadas de cientos de pasajeros comban la plancha de acceso al barco. El madrugador, el impaciente o el miembro de la tripulación observa a las matronas con sus sombrillas enredándose en las faldas anchas, las botas de caña alta de los generales, los niños que avanzan y retroceden por la pasarela, como si sospecharan que hay algo incierto en el mar y que es más segura la tierra. ¿Cuántas veces hemos empezado una historia así, salvando una pequeña cuesta de madera, resoplando ante una presentación tan común y lanzando miradas de tedio alrededor, a los otros compañeros de un futuro destino que, de pronto, parece vacío de sorpresas? Enséñeme su pasaporte, se escucha; el gesto altanero que tiende el documento podría revelar la imagen de Amory Blane o Christopher Tietjens. Pero no, zut alors!, segodnha uzhasny den, la tez muy pálida es la de un Rupert Brook que se cree menos cansado, que ya sólo siente un entumecimiento en las cicatrices obtenidas en países ajenos. Y ahí van a parar los souvenirs de tierras de paso, al fondo de los estantes, hasta olvidar las travesías y recordar únicamente el principio y el final: qué terror antes de embarcar, qué rápido eché de menos algo para volver atrás, between the Devil and the deep blue sea.
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